Llevábamos días trabajando lo que en unas pocas horas íbamos a experimentar con nuestros sentidos. Se vivieron momentos muy excitantes.

Nos impactó el solo hecho de montarnos en un autobús. Era nuestra primera aventura.

En la granja escuela conocimos animales de granja que nunca habíamos visto tan de cerca: cerdos con su mal olor, ovejas y cabras con las ubres cargadas de leche, yeguas cuidando a sus potros, que se acercaban a los niños para ser acariciados. También observaron cómo los animales de corral se comportaban, los patos bañándose en el estanque, las gallinas cacareando, mientras comían, las ocas moviéndose en grupo de un lado a otro. 

Pero lo que más les impactó a todos fue el poder montar a caballo, que para ellos era un verdadero gigante. Algunos, al principio, le tenían mucho respeto, pero poco a poco, todos disfrutaron de un ratito de equitación.

Hubo momentos para todo, acariciaron los cachorros de perrito, también a las crías de conejos y hasta un gatito bebé.

Para terminar nuestra emocionante jornada, tuvimos la visita de un duende algo tímido, que casi no se dejó ver, pero nos creó una sed de aventuras. 

¡QUÉ BIEN LO PASAMOS!